¡¿Por qué jugar online da tanto asco?!
Al sentarme en el sofá y coger el mando, invade mi corazón un sentimiento doble: por un lado, el deseo de pasarlo bien, jugar y encontrar la satisfacción de disfrutar partidas interesantes y divertidas, y por otro... la preocupación. Pero, ¿preocupación por qué? A medida que pasan el tiempo y los distintos contrincantes, la preocupación va tornándose cierta, se convierte en presagio de lo que está viniendo y de lo que queda por venir. Pasa un Snake, un Richter, un Toon Link... y tras una hora enfrentándome a cientos de proyectiles, missinputs y, especialmente, la conexión online, concluyo finalmente que mi preocupación, premonitoria, estaba bien fundada: iba a frustrarme bastante si jugaba online. “¡Maldito Snake!”, me digo, tal vez con palabras algo más bruscas y malsonantes.
En mi día a día casi nunca tengo inconvenientes con la ira ni con la frustración. Voy felizmente a clase, me relaciono sin problema y de forma satisfactoria con los demás y, cuando encuentro obstáculos en mi vida, los solvento, generalmente, de forma tranquila y razonable. ¿Cómo es posible, entonces, que un juego, al jugarlo en línea con desconocidos, sea capaz de frustrarme más a menudo y con mayor intensidad que cualquier asunto académico, personal o laboral? Este artículo va dedicado a la frustración, especialmente en el ámbito online, en este juego maldito, irritante y enfurecedor que tanto amamos y que tanto nos une. Pero, primero, ¿de dónde viene este molesto sentimiento?
El agujero que hizo Wobbles en la pared en Smash Summit 2.
La frustración es una reacción ante la imposibilidad de conseguir objetivos y resultados esperados; viene del choque entre lo que queremos o cómo creemos que deben ser las cosas y cómo son después; es la problemática de la idea contra la realidad. Cada persona tiene más o menos tolerancia a la frustración, y esto se determinará, generalmente, por la educación que haya recibido de pequeño. Además, con carácter general, la intensidad de la frustración será mayor cuando mayor importancia se le dé al asunto.
Con esto ya podemos entender por qué se enojan algunas personas cuando juegan offline, en torneo o incluso en quedadas: tienen expectativas de cómo quieren que sean los resultados de su actuación en el juego y luego se estampan contra una derrota. El origen de estas expectativas puede ser múltiple: por razón de ego, narcisismo, falta de autoestima... esperan ser mejores y no pueden tolerar la cruda realidad de que no son tan buenos. Además, hay quien le da al juego una importancia excesiva y encuentra un alto grado de realización personal en el hecho de ser bueno en Smash Bros. u otra competición. Esto es un cóctel de exigencias y expectativas que difícilmente no resulta en una experiencia contaminada por la ira y la decepción. Además, la frustración, que es puñetera y ponzoñosa, enturbia la mente y nubla el juicio, llevando a la toma de malas decisiones que te hacen fácil de leer y que generan, a su vez, más frustración. Se origina así un círculo infinito de rabia y malas decisiones que, definitivamente, destruyen el disfrute.
Leffen lanzando el mando en The Big House 8.
El origen de la frustración puede ser interno o externo; hasta ahora hemos hablado de las causas internas: expectativas, ego, exigencias... pero ahora es el turno de las externas y, por tanto, de tratar el tema del artículo, el online. Los orígenes externos de este sentimiento negativo son aquellos obstáculos ajenos a nosotros que impiden la consecución de nuestros objetivos. En el caso de Smash Bros., estos son los personajes, mapas, estrategias y... cómo funciona el online.
Estas cuestiones nos frustran, nos parecen injustas, porque no las podemos controlar. El sentimiento de no tener control sobre las cosas es muy irritante. Por ello, ciertos personajes, que nos parecen exageradamente buenos o mal diseñados (mención especial a Sonic) nos enfurecen tanto: consideramos que no hemos perdido nosotros, sino que nos ha ganado el juego. Nos quitamos la responsabilidad de nuestra derrota y la achacamos a estos factores externos: “Es que Sonic es un @#x+”, “Me c*go en el @*#~$ Snake”, “Es que Lylat...”, “¡@*+€$ campero!” o, por supuesto, “¡Maldito online!”. Así pues, el online nos parece especialmente frustrante porque es un obstáculo sobre el que no tenemos control que, a menudo, se interpone entre nosotros y la consecución de nuestras metas. Además, puede sumarse al resto de factores que consideramos injustos para potenciar su capacidad de hacer que nos tiremos de los pelos, es decir, nos enfadamos cuando nos campea un Richter en el borde, pero si le agregas el obstáculo que significa el online, la cólera nos conquista irremediablemente. El online de Super Smash Bros. Ultimate es considerado, generalmente, tan frustrante, que hace unos meses se creó el hashtag “#FixUltimateOnline” en el que participaron muchas de las personalidades más importantes de la escena competitiva, además de miles de jugadores.
#FixUltimateOnline
— hungrybox (@LiquidHbox) April 23, 2020
retweet.
Pero, además de la frustración que tiene entender el online como un obstáculo, hay que añadirle la verdadera gran diferencia respecto del offline; no, no es la fluidez, ni es el poder elegir personaje, ni los escenarios, ni nada del juego: es estar con otras personas. El anonimato del online puede, a veces, neutralizar los filtros sociales que tendría una persona en una situación presencial. Esto lleva a ciertas actitudes más agresivas o irrespetuosas con la otra persona a la que tampoco puedes ver. Y, en este ambiente de anonimato, al recibir un trato vejatorio, somos más propensos a responder con agresividad. Así, el ámbito en línea, en el que no sabemos quién está al otro lado de la pantalla, es un caldo de cultivo para comportamientos negativos y violentos que pueden ser frustrantes.
Otro factor que también influye, desde mi opinión, es que no estar con la otra persona con la que jugamos deshumaniza la interacción que constituye jugar a Smash Bros. Así, no percibimos las intenciones del otro ni conectamos a nivel personal. Esta forma "deshumanizada" de jugar, considero yo, hace mucho menos divertida, satisfactoria y placentera la experiencia. Entonces, jugar de esta manera, tan falta de contacto humano y de sentimientos agradables, tal vez sea la razón por la que el online es tan profundamente frustrante: choca con nuestra idea de lo que queremos experimentar al jugar.
A pesar de conocer el origen de esta frustración, lo cierto es que no se puede eliminar por completo: es una parte inseparable de la experiencia humana. Sin embargo, sí podemos hacer lo posible por reducirla y por afrontarla de forma sana. Primero, hay que intentar dejar de tener tantas expectativas y mantener el ego bajo control; es mucho más sano disfrutar del juego sin exigirte a ti mismo ciertos resultados. Sé que es muy difícil de conseguir, especialmente para top players que van a los torneos con expectativas altas, pero en caso de fracasar, hay que, sencillamente, reconocer la derrota y recordar que, al fin y al cabo, es tan solo un juego y que no te va la vida en ello.
Respecto de los factores externos, hay que dejar de poner excusas y aceptar que cierto personaje, escenario o táctica no se pueden cambiar, pero sí puede cambiar tu forma de afrontarlos. Y, en cuanto al online... poco podemos hacer más que asumir que no vamos a poder disfrutar como si fuera offline y dejar de tomárnoslo en serio. Con suerte, mejorarán pronto las funciones en línea para que no sea tan frustrante. Hasta entonces... “¡Maldito Snake! ¡Hice airdodge; vaya lag!”.
Bibliografía:
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