[COLUMNA DE LA SEMANA] El comentario perfecto no existe
Hace un mes asistí al torneo Big Blue Frontier en Cádiz. Fue la primera vez que iba a un evento de estos sin la competición como principal objetivo y, por el contrario, planteándome dedicar todos mis esfuerzos a comentar las partidas de este. Hace ya tiempo que el competitivo no es para mí, y me he dado cuenta de que disfruto mucho más relatando las jugadas de aquellos mejores que yo, que invirtiendo horas en mejorar que no tengo. Así pues, eso hice.
Esta reflexión que voy a hacer no va sobre mí, por mucho que haya empezado esto de forma autobiográfica. A lo que vengo a hablar en este huequillo que se me ha dado para escupir mis opiniones, es sobre la vara de medición que se usa para graduar la calidad del comentario en la comunidad.
¿Cómo se evalúa esto? ¿Se debe mantener una actitud relajada o, por el contrario, una vigorosa para que el espectador mantenga la excitación? ¿Hay que describir cada jugada al dedillo o basarse en la generalidad del juego para analizar la situación de la partida? ¿Hablar todo el rato o dejar algunas pausas para dejar al público respirar y que no se acumule la información? Es cierto que muchos de los que pertenecemos a esta comunidad sabemos apreciar un comentario más que otros, por pura estética o el disfrute que nos haya proporcionado en ese momento. Pero, ¿de verdad podemos desmerecer el trabajo de un o unos comentaristas porque no nos haya gustado lo que han hecho?
En mi opinión, sí, pero espolvoreado de un poco de no. No creo descubrir nada si digo que se deben cumplir unos mínimos. Igual que no veo diseñando edificios a alguien que no sea arquitecto, tampoco creo que poner ante el micrófono a alguien que acabe de entrar en el juego a nivel competitivo sea algo aceptable. Está bien que haya ilusión por participar, pero, al igual que para opinar hay que conocer, esto requiere de unas bases teóricas. También se debe pedir que el comentarista sepa fluir oralmente. Yo mismo tengo una asignatura pendiente con este tema, porque a veces me trabo al hablar y sé que eso entorpece la línea informativa.
Así pues, hemos establecido los mínimos. Conocimiento y parla ligera, siendo ambos indispensables. Sin el primero, solo se podrá vomitar terminología sin un sentido informativo y solo por rellenar hueco. Sin el segundo, ese conocimiento no llegará al espectador de forma óptima y no servirá de nada. Ahora bien, teniendo esta fundación clara, ¿qué más es condición sin la cual no podría considerarse un casteo bueno?
Pues, y sin que sirva como generalización, yo diría que poco más. Ahora, que quieres adoptar una posición de locutor, y expresarte con energía y carisma, adelante si puedes. Que quieres estar más tranquilo, comentando las jugadas de forma pausada y analítica, está bien también. Que quieres estar bromeando con lo ocurrido, siempre desde el respeto, pero ofreciendo una visión de la jugada acertada, no debería considerarse como algo poco profesional.
«Que a una persona no le guste un comentarista en particular no implica que sea malo»
Todas estas direcciones a las que puede acercarse el comentario, y otras que no he mencionado porque tendría que hacer cuarenta columnas, son igualmente válidas. Por supuesto que no es menester que el comentarista se ponga a chillar cada vez que un jugador pulsa un botón, que duerma al público con la monotonía de su voz o que la información acabe enterrada en memes y chistes que solo los más arraigados en la cultura de Twitter de la comunidad podrían entender. Porque en estos casos, se atenta con un tercer principio, el entretenimiento.
Este concepto es más difícil de definir que los otros dos, porque es completamente subjetivo. Pero precisamente por eso, que a una persona no le guste un comentarista en particular no implica que sea malo. También supone que la forma en la que un comentarista encuentra su forma de entretener, y mejorar su entretenimiento, es probando. ¿Quizás la gente no se ha emocionado mucho con un momento en particular? Pues quizás haya que darle vidilla al asunto. Es muy útil preguntarles a los compañeros que han estado viendo el directo, para aprender de lo hecho mal y mejorar lo hecho bien. Eso sí, es mejor preguntar después, y no durante. Una crítica en mitad de la faena puede ser fatal para la mentalidad.
En fin, al lo que quiero llegar es que, mientras sepas de lo que hablas, lo sepas transmitir, y la forma en que lo hagas aporte a la experiencia, lo demás es secundario. Creo sin duda que el ideal de comentario perfecto es absurdo de todas a todas, así como la creencia de que hay un método para lograr alcanzar esa perfección. Si yo veo una partida, y el caster me da, en lugar de quitarme, qué más quiero Baldomero.
Solo intentad no pasaros con los memes. En serio.
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