El otro día me crucé por casualidad con un artículo que hablaba sobre la meritocracia, los ricos, los pobres, y cómo el sistema enfermo que se ha instaurado en nuestra sociedad nos hace creer que los que son ricos se merecen ser ricos, y que los pobres se merecen ser pobres: unos lo merecen porque han hecho lo suficiente para estar ahí, y otros no porque no han hecho lo suficiente. Me recordó al canal de Veritasium, que en 2020 subió un video muy interesante (en inglés) sobre el éxito y la suerte. Y yo soy de la opinión de que debemos trabajar para conseguir nuestras metas, pero que la bisagra que separa a los verdaderos cracks de los seres terrenales, en ocasiones, es la existencia del factor suerte. ¿Qué es la meritocracia y qué conlleva exactamente? ¿Cómo se aplica todo esto al Smash?

Aprovechando que la columna es mía y que escribo lo que me da la gana, me gustaría poneros un ejemplo, pero primero voy a arrancar con la definición de una sociedad meritocrática. Una sociedad es meritocrática cuando la posibilidad de tener éxito (de cualquier tipo) depende sólo (y sí, que le zurzan a la RAE por haber quitado esa tilde) del mérito personal de los individuos. Es fácil encontrarnos con los primeros problemas de una descripción así, ¿verdad?

Cualquiera diría que el mejor jugador lo es independientemente de dónde proceda. Pero las condiciones para llegar a ser el mejor jugador no se dan de la misma forma según el lugar de origen y el contexto de este. Además, el tiempo y la capacidad económica son dos factores que varían enormemente entre jugador y jugador. Y luego están las leyes y regulaciones, que ayudan o impiden el crecimiento de jugadores, la magnitud y frecuencia de los torneos, lo bien valorada que esté cada comunidad... y la lista podría seguir enumerando factores bastante tiempo. Así, curioseando la muy adictiva página de esportsearning.com, puede verse que China, Estados Unidos y Corea encabezan la lista de dinero obtenido en torneos, mientras que India (con un tamaño de población que se asemeja al de China, aunque más joven y con crecimiento poblacional mayor) se encuentra en un discreto cuadragesimoséptimo lugar. Si la sociedad fuese idealmente meritocrática, es muy probable que las posiciones del ranking poblacional por países y de dinero obtenido fueran parecidos.

Pero todos sabemos que no es así. Y ahora permitidme que rompa una lanza en favor de “los nuestros” un momento. Si Sisqui, AndresFn y Vidad han mejorado lo que lo han hecho durante la pandemia es porque han jugado y practicado todo lo que han podido y más. Y el esfuerzo de ellos de quedarse hasta las 4 de la mañana, pegándose con todo el mundo a pesar de las mil complicaciones asociadas a este juego (no voy a entrar en eso, todo el mundo las conoce ya) es digno de ser mencionado porque es mérito de ellos.

«Cualquiera diría que el mejor jugador lo es independientemente de dónde proceda. Pero las condiciones para llegar a ser el mejor jugador no se dan de la misma forma según el lugar de origen y el contexto de este.»

Que sí, que también han tenido suerte, la suerte de encontrarse en el momento idóneo para poder jugar, practicar, y mejorar lo mucho que lo han hecho, dirán algunos. Que la pandemia les ha facilitado el poder jugar con más gente ya que, al no haber torneos offline, muchos se han tenido que aguantar y jugar a la versión bootleg del juego. Pero al César lo que es del César: la falta de apoyo social, de clubes de eSports y de empresas al juego en este país hace que, en la competición en videojuegos, España y sus jugadores estén en desventaja respecto a otros países. Ya sea en cuanto a apoyo (véase la potencia francesa en el Smash, donde hay muchísimos jugadores con más apoyo de clubes y empresas), prestigio (donde Estados Unidos arrasa en cuanto a torneos prestigiosos se refiere), o economía (siendo los habitantes de España, dentro de Europa, personas con una potencia económica relativamente baja). Y por eso creo que hay que alabar la labor de aquellos jugadores que se han dejado la piel por jugar a este juego. Porque sí, han tenido suerte, pero también han trabajado más que nadie.

Terminaré con esta reflexión diciendo que en Smash (como en todos los juegos que se basan en habilidad), las bases, las circunstancias y el contexto de cada uno nos ha llevado por caminos diferentes, pero que, aunque la suerte exista y sea un factor importante, todavía lo es más el trabajo de cada uno. Que nadie niegue lo mucho que trabajan los mejores para serlo. Eso es suyo, y nadie se lo puede quitar.

Por cierto, quiero utilizar este último párrafo para despedirme de los usuarios como columnista. Dejo esta labor al resto de columnistas, que hacen un trabajo estupendo, por lo que me marcho tranquilo. Quiero dar las gracias a los que me han acompañado durante este tiempo escribiendo, a Ramonium que ha estado siempre marcando los tiempos, a Jasku que le toma el relevo y a todo columnista que ha dedicado su tiempo a escribir cuatro líneas por aquí. Os haya hecho gracia, interesado mi contenido, hervido la piel...; si os he despertado alguna sensación, entonces habrá valido la pena dedicar tiempo y esfuerzo a escribir en la sección de columnas, pues al final, lo más importante a la hora de escribir es ser leído y saber que has tenido un impacto sobre tus lectores. Por ello, los últimos agradecimientos van a vosotros, los lectores: ¡muchas gracias por todo!