Stream OFFLINE
Nos vemos en la próxima retransmisión.

[COLUMNA DE LA SEMANA] El nivel y la presión

No es oro todo lo que reluce

Cuando un jugador aterriza en la escena competitiva de Smash (aplíquelo, si quiere, a cualquier escena competitiva), con muy alta probabilidad toma a algún jugador o a algunos jugadores como referencias o inspiración para mejorar, y con una mezcla de talento, sacrificio, y suerte, alguno llegará a un cierto nivel de juego en el que se lo considere top player o al menos buen jugador. Su seeding mejorará, más gente lo tendrá en cuenta como una amenaza en sus cruces de bracket, y de forma inevitable verá cómo se crean expectativas al respecto de ellos, ya sean positivas o negativas con respecto al desempeño dentro de los torneos. Estos jugadores pasarán a poseer una o varias etiquetas asociadas a su alias tales como villano, masher o gatekeeper, de entre otras, y queriéndolo o no se convertirán en una figura más o menos pública de la comunidad en la que se encuentran, siendo esto aplicable a nivel regional, nacional o internacional.

A medida que se va apareciendo en los rankings regional o nacional todos estos marcadores se van acumulando en el propio jugador. Es una auténtica basura de situación, porque se le pone mucha presión y muchos ojos encima a una variable, sin tener en cuenta que esa variable corresponde a una persona, que tiene voluntad propia, sentimientos y deseos. Con todo, este cambio tiene dos lecturas: la parte más o menos buena de la situación es que uno pasa de ser un jugador desconocido o relativamente poco conocido a un jugador reconocido, y esto puede afectar a los nervios de otros jugadores al enfrentarse a estos, mientras que el seeding sube y las primeras rondas se anticipan más fáciles para el propio jugador; por otra parte el elemento competición no abandonará jamás a uno, no se podrá ir a un torneo a disfrutar sin el temor a las consecuencias que un resultado pueda producir en la imagen de uno mismo, y la presión sobre uno se multiplicará al estar producida por uno propio (expectativas) y por el exterior, ya que se suele animar a los rivales de los jugadores con seeding más alto.

«Es una auténtica basura de situación, porque se le pone mucha presión y muchos ojos encima a una variable, sin tener en cuenta que esa variable corresponde a una persona»

Para el jugador con cierto nivel, aquí se abren dos caminos: el de la competición, en el que se puede llegar a sacrificar la diversión que proporciona el juego por tratar de mantener o mejorar un valor (resultado) y un lugar en los rankings de jugadores con mejor nivel en una región o un país; y el de la diversión, en el que el resultado y la competitividad se subordinan claramente a hacer lo que a uno le salga de las narices y jugar el juego, pasando un día con sus amigos, sin importar el resultado de sus acciones como competidor, separando la identidad social con la identidad competitiva.

¡Ojo! No me malentendáis. No es todo blanco y negro. El mundo es una escala de grises, y la forma en la que se determina la balanza entre la competitividad y la diversión varía según el jugador, el torneo, la situación, ¡o incluso el día o el momento. La realidad es que existen determinados eventos alternativos o adicionales a ciertos eventos que permiten paliar con una situación como la de llegar a un torneo y no tener ganas de participar a un alto nivel, con una implicación mínima (dobles, o squad strike, por poner algún ejemplo), pero eso no quita que simplemente, a veces, el contexto interfiera en la competitividad del jugador de forma más o menos clara en cada torneo, set, partida o momento. Y ese hecho, salvo en ocasiones, pasa desapercibido. Tanto para el resto de los competidores como para la audiencia, que espera de algunos jugadores un rendimiento que, en ocasiones, simplemente no se sienten en disposición de ofrecer.

Comentarios · 4

Debes estar logeado para poder dejar comentarios.


1 comentarios Ordenar comentarios por
MuffN
Muy real. Creo que es de las mejores columnas que he leido aquí Dras. Lectura obligada.
2