[COLUMNA DE LA SEMANA] Para lo que hemos quedado

Hoy quiero hablar desde un punto de vista con el que, con toda probabilidad, algunas personas que lean esto se sentirán identificadas. Esta será una columna algo más personal, en la que intentaré dar una opinión, gracias a la voz que me ha sido concedida, sobre cómo ve la comunidad y el estado del juego en general una persona que lleva desde hace meses desconectada de toda realidad relacionada con Super Smash Bros Ultimate.
Si me paro a pensarlo, cuesta creer el cambio que han dado mis aspiraciones con respecto al juego. De estar planeando cada torneo, practicando diariamente con mi personaje para superar los obstáculos que mis rivales me proponían en cada partida, de tener esa ilusión de ver cómo todo ese esfuerzo se traducía en dar un espectáculo cada vez mayor, siendo este mi objetivo principal a la hora de invertir mi tiempo en esto, he pasado a encender la consola para poco más que jugar contra el ordenador, haciendo combos con Capitán Falcon. Y, una vez la vuelvo a apagar tras media hora tan corta como vacía, me pregunto: ¿cómo he llegado a esto?
La respuesta, aunque viene rápido, no es tan sencilla. Supongo que echo de menos la alegría de prepararme por la mañana, recogiendo la Switch para ir al bar en el que se celebraban los torneos en una de mis comunidades, la sevillana. Echo de menos entrar por esa puerta, saludar a todos esos amigos y rivales, los piques antes de empezar, los comentaristas divirtiéndose tras la pantalla, los organizadores berreando para que la gente «corte freeplays»… Puede que me esté pasando de romántico, pero todo esto me hace plantearme si es el juego lo que me gusta, o todo lo que lo rodeaba cuando aún podíamos hacer todo esto.
A esta segunda pregunta, ya no estoy tan seguro de cómo responder. Por supuesto que me gusta Super Smash Bros. Ultimate. Me encanta, de hecho. Sin embargo, algo ha tenido que ocurrir para que esa chispa que antes me movía ya apenas se manifieste. Y, tras mucho cavilarlo, lo tengo claro: es todo demasiado frío.
«Puede que me esté pasando de romántico, pero todo esto me hace plantearme si es el juego lo que me gusta, o todo lo que lo rodeaba cuando aún podíamos hacer todo esto»
Nunca me he considerado un jugador de alto nivel. Con mucho esfuerzo llegaba a la decimotercera posición, y aún así rara vez conseguía hacerme un hueco entre los mejores de mi comunidad. Pero, al menos, al terminar el día, podía ir a cenar con la gente con la que había pasado el día jugando. Interactuando con todas estas personas, la matanza de casi siete horas sin apartar la mirada de la pantalla, el esfuerzo mental y físico que supone estar concentrado en cada detalle de cada partida, que no son pocos, valían la pena, pues no solo sentía que todo eso había contribuido a ser mejor jugador, sino que también estaba dentro de esa comunidad tan bonita, con sus fallos, como todas, pero bonita, en definitiva. Sin embargo, con la situación actual, no solo los torneos en línea han perdido todo mi interés, ya que, para mí, consisten en jugar tres sets, quizá cuatro, antes de caer eliminado, y a otra cosa. Más que una experiencia con la que irme a dormir satisfecho, es más una tarea que cumplir. Y si el juego se convierte en una tarea, deja de divertirme. Y si dejo de divertirme, como dijo alguien una vez: «¿Por qué debería importarme?».
Pocas soluciones le veo a esta situación, ya que la ausencia de torneos presenciales tiene pinta de alargarse, y, aunque ya ha habido algún intento que otro de regresar, con quedadas o competiciones con supuestas medidas de seguridad que garanticen el nivel necesario de cuidado para no contagiarnos, no creo que estemos preparados para volver aún. Las pequeñas citas entre jugadores, en mi opinión, están bien hasta cierto punto, pero creo que en el momento en el que se plantea algo con más de diez personas, es demasiado arriesgado confiar en que todos y cada uno de los participantes van a mantener ese mimo a la hora de respetar las normas básicas de higiene, como no bajarse la mascarilla, por poner un ejemplo.
En definitiva, y por no alargarme más, esto pretende ser, más que un lamento típico de TweetLonger, una reflexión sobre dónde me encuentro y seguramente se encuentren, como ya dije al principio, algunas personas para los cuales Smash Ultimate era una parte muy importante de sus vidas, y ahora es solo un recuerdo al que regresar para un rato de risas, y luego abandonarlo entre el resto de juegos. Adoro este juego, y adoro esta comunidad, pero no puedo evitar sentirlos cada vez más lejos.
Comentarios · 0
Debes estar logeado para poder dejar comentarios.



