[COLUMNA DE LA SEMANA] Mentalidad de ganador: más allá del resultado
Vivo orgulloso de mis fracasos. Aunque parezca una locura, llegaremos al porqué, pero por el momento os adelanto de cuáles se tratan: he escrito una novela que no le interesa a ninguna editorial, he intentado opositar a psicólogo clínico y ni me he presentado al examen, he perdido ciertas amistades, y también, como muchos de vosotros, jamás he conseguido ser top player del Smash por más que lo haya intentado con todas mis fuerzas.
A lo largo de esta columna defenderé la idea de que, cuando perseguimos nuestros objetivos, muchas veces nos encontramos con victorias y beneficios que, si supiéramos apreciar, nos daríamos cuenta de que eran mucho más valiosas que aquello por lo que nos movimos en un primer momento.
A raíz del revuelo que causó la columna de Kumatora, estuve planteándome si tiene sentido o no apuntar a ser top player, uno de mis tantos fracasos que he nombrado anteriormente. Aunque soy el primero que piensa que para progresar de forma eficaz en la vida es conveniente plantearse objetivos realistas para avanzar sin frustrarse, lo cierto es que le he estado dando vueltas y he llegado a una conclusión de lo más interesante: apuntar a un sueño imposible y fracasar en el intento puede ser muy beneficioso si uno tiene la mentalidad adecuada.
Fracasar es la mejor forma de mejorar, lo he vivido en mis carnes desde pequeño. Recuerdo que cuando empecé a jugar al Go (una especie de ajedrez oriental) a los 12 años, donde lo único que hice al principio fue ser humillado online por asiáticos «rallaos», el mensaje que escribí en el perfil de mi cuenta fue: «Se aprende más de una derrota que de diez victorias».
En todos los juegos competitivos que he jugado me he encontrado con esa gente con mal perder que lo primero que hace cuando se frustra es tirar balones fuera. Algunos ejemplos de esto podrían ser «He tenido mala suerte, he robado mal y no podía hacer nada», «Este personaje es injusto, debería estar baneado», o «Han jugado un partido tan defensivo que nos aburríamos y jugar perdió la gracia».
Ninguna de estas cosas es mentira, pero si dentro de estas situaciones no somos capaces de aceptar nuestra propia responsabilidad (por pequeño que sea el porcentaje) jamás seremos capaces de mejorar en nada, y en ese caso todo lo que he dicho antes no valdrá de nada; ni se aprenderá más de una derrota que de diez victorias, ni apuntar a un sueño imposible tendrá sentido ninguno.
¿Cuál es la mentalidad de ganador entonces? Fácil: asumir el porcentaje de responsabilidad del resultado y luchar por ajustarlo para el próximo enfrentamiento. Unos pensamientos más constructivos serían algunos como «He tenido mala suerte, pero si me hubiera construido el deck de otra forma, esto no habría pasado. Quizás meter cuatro copias de esta carta para cualquier matchup era excesivo»; o como «Este personaje es injusto, pero si mi objetivo es ser top player debería aprender a jugarlo, tener un counter-pick, o aprender a jugar alrededor de las pocas interacciones ventajosas que tienen nuestros mains», o también como «Han jugado un partido superdefensivo hasta el punto de desesperarnos. Tenemos que aprender a mantener la calma en estas situaciones para ganar, ya nos divertiremos en las pachangas».
Seguramente lo que digo no os pilla de nuevas. Todo jugador que se precie sabrá que la autocrítica es un factor importante para mejorar en el Smash y en cualquier otro campo de nuestras vidas. Sin embargo, creo que lo que quiero aportaros hoy tiene un componente extra muy importante que no todos conocen. Quizás cuando os planteo esta forma de pensar os imagináis a una persona calmada con un mindset de acero, que no se perturba ante ninguna circunstancia… ¡y nada más lejos de la realidad! Para conseguir llegar a este punto tienes que llorar, enfadarte y frustrarte. Así, como lo lees.
«Apuntar a un sueño imposible y fracasar en el intento puede ser muy beneficioso si uno tiene la mentalidad adecuada»
Y ahora pensarás: ¿en serio Adri, vas a venderme la moto de que estos sentimientos negativos de los que tanto he intentado huir y que he considerado una debilidad son en realidad buenos? Y yo te diré: así es, mi estimado lector.
Agárrense que vienen curvas. Voy a intentar con esto unir todos los puntos que he ido desarrollando desde que he empezado a escribir hasta ahora. Esperemos que pueda sacar algo con sentido.
Frustrarse es bueno, porque si no uno no puede llegar a plantearse cómo mejorar. ¿Y cuál es la mejor forma de frustrarse?: apuntar a objetivos imposibles que parecen una pérdida de tiempo. Si yo fuera al torneo o al partido de los ejemplos anteriores con la mentalidad de que voy a pasármelo bien con mis amigos, cuando pierda, sonreiré, felicitaré a mi oponente, y me dispondré a jugar freeplays con mis colegas sin darle importancia a la partida ni a las razones por las que he perdido. Me lo pasaré de puta madre, sí, pero no mejoraré ni un poquito. Sin embargo, si voy al torneo con las expectativas de comerme el mundo, cuando me dé de bruces con la triste realidad de que hay alguien muy superior a mí, me sentiré decepcionado conmigo mismo, enfadado con el juego, y tendré unas ganas de llorar y mandarlo todo a la mierda que serán increíbles. ¡Perfecto! Agarra ese sentimiento, pero no tan fuerte como para dejarte llevar por él.
Si mantienes el temple, podrás usar la decepción contigo mismo como un motor para sacar energía y pulir tus defectos; podrás emplear tu enfado con el juego para analizar aquello que te parece injusto y adaptarte de alguna manera. E incluso, si eres el dios de la gestión emocional, podrás entender esas ganas de llorar y mandarlo todo a la mierda como unos preciosos sentimientos que te indican lo mucho que te importa el juego y todo lo que has trabajado para mejorar en este.
Creo que a veces le tenemos demasiado miedo a fracasar o a los sentimientos negativos, y si huimos de ellos resguardándonos en mindsets cómodos como el de ir a divertirse, o achacando la diferencia de nivel a una falta de talento por nuestra parte, o a unas reglas injustas, el azar, o nuestra condición, lo que hacemos es negarnos una experiencia que creo que puede fortalecernos mucho si somos capaces de vivirla como toca.
Con esta columna no pretendo alentaros a ser top player para realmente conseguirlo, en absoluto. Cuando uno juega de forma competitiva a un videojuego, considero que ese es el mejor objetivo con diferencia, pero, con todo el respeto por los tops, no creo que sea para nada el mejor fin. Para mí, fracasar es algo mucho mejor, porque me permite llevarme todas las cosas buenas que mis horas de entrenamiento y torneos me han aportado sin terminar de condicionar mi vida por el juego. No quiero ser sólo un jugador de Smash, sólo un escritor, ni sólo un psicólogo… ¡quiero un poquito de todo sin cerrarme las puertas a abarcar incluso más cosas!
Ahora que soy más maduro entiendo que, si bien no pude hacer que publicaran mi libro, logré dominar mi cerebro procrastinador con déficit de atención y mantener una serie de hábitos saludables mientras desarrollaba mi creatividad. Si bien no soy un psicólogo clínico de los que atienden de forma gratuita en la seguridad social como quería, aprendí un montón de conocimientos que han servido para cambiarle la vida a todas esas personas que invirtiendo en mí han tenido la oportunidad de verme de una forma mucho más regular y personal de lo que me habrían encontrado en el trabajo de mis sueños; si bien he tenido que dejar ciertas amistades, he aprendido a poner límites y a comprender con qué tipo de personas me merece la pena rodearme; y si bien no he sido capaz de convertirme en top player de Smash, he vivido momentos muy épicos donde la gente ha flipado con alguna jugada mía y me ha felicitado, he conocido a gente muy maja y he aprendido a jugar y entrenar de forma competitiva a cualquier juego, lo que me llevó a ganar un torneo en un juego de cartas, algo que me trajo una ilusión tremenda.
Repito una vez más aquello con lo que he empezado la columna: vivo orgulloso de mis fracasos. He conseguido estos beneficios gracias a fallar en todos mis objetivos vitales, pero no hubiera sido capaz de hacerlo de no haber apuntado hacia ellos en un primer momento.
Comentarios · 8
Debes estar logeado para poder dejar comentarios.